MORENTE

El Hombre

Enrique Morente nace en el barrio granadino del Albaicín el 25 de diciembre de 1942, en la Cuesta de San Gregorio nº 5. Se coloca de niño cantor en la Catedral de Granada, siendo maestro de ceremonias el sacerdote diocesano D. Francisco Moratalla Moratalla, y siendo músico organista y maestro del coro, el canónigo D. Valentín Ruiz Aznar, discípulo de D. Manuel de Falla, quien enseñaba a cantar en latín al coro de los niños seises. Después, ejerce de botones en el Liceo de Granada, centro de ocio anexo al Teatro Cervantes. Más tarde, se coloca en una platería y joyería, ubicada en la Cuesta del Progreso, de aprendiz de platero del maestro Buendía, en aquel tiempo gran profesional de este arte tan reconocido en Granada.

Alterna sus trabajos de ayuda económica, con sus estudios en la Placeta Ramírez, donde un maestro impartía clases a personas adultas, para aprender a leer y a escribir (el único niño era él). Aunque antes había ido al colegio de acólitos que existía en el Seminario de la Placeta de Gracia, en cuya iglesia hizo la primera comunión, con unos zapatos de goma, que siempre recordó, porque por el talón estaban rotos, y los demás niños se reían al arrodillarse y comulgar, también fue monaguillo en la Iglesia de Santa Ana y en el Colegio de las Niñas Nobles de la Calle Cárcel Baja.

Y entre canto, escuela, rabonas y pillerías, el niño se fue impregnando del ambiente mágico de la ciudad de Granada, que tenía otros sonidos y otros sabores. Enrique iba a ir empapándose del aire de su Albaicín, de sus callejas, de sus plazoletas, de sus patios, de sus tabernas y de sus gentes reservadas y, a la vez, solidarias. Se irá impregnando de olores, aromas y colores, de luces, de sombras y paisajes sin parangón.

El destino y la necesidad le hacen emigrante. Llega a Madrid y se coloca en el rastro de ayudante de un vendedor de diferentes productos. Después, trabajó de barbero, de peón albañil y de zapatero. Todas estas dedicaciones las alternaba con su afición al cante y su instinto de emitir sonidos familiares y cercanos, que siempre había escuchado cuando era niño.

Comienza a contactar con aficionados, de la mano de algunos amigos universitarios del Colegio Mayor San Juan Evangelista, visitando algunas peñas flamencas como fue la peña Charlot, donde debutó, y donde coincidió con importantes figuras de la historia del flamenco como Pepe de la Matrona, discípulo directo de D. Antonio Chacón, Bernardo el de los Lobitos o Rafael Romero “El Gallina”. Será a partir de 1963 cuando, mediante el nombré artístico de Enrique “El Granaíno”, Morente iniciará su carrera artística, recorriendo los principales tablaos madrileños de la época, como las Cuevas de Nemesio, Zambra o el Café de Chinitas.

A finales de los años sesenta, comienza sus primeras giras internacionales, por Reino Unido, Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica, Italia o Japón. Pero será México y su relación con los poetas españoles en el exilio, los que provoquen un giro crucial en la trayectoria artística del cantaor granadino. Morente tomará conciencia política y social, y comenzará a incorporar a sus recitales de flamenco clásico, algunas creaciones propias donde se incluirán textos de algunos poetas españoles como Miguel Hernández o Federico García Lorca.

Desde que Morente interactúa con algunos intelectuales, poetas y músicos de la esfera independiente del momento, como es el caso de su colaboración en 1975 con Gualberto García, cantante nacido en Triana y pionero del rock psicodélico andaluz como miembro del grupo Smash, comienza a investigar y profundizar en las posibilidades armónicas y rítmicas que posee el flamenco para “mezclarse” con otras músicas y sonidos de otras partes del mundo. Esta constante inquietud creadora, provocará que Morente se abra a otros públicos, muestre una nueva visión del flamenco, ya no solo al incluir textos de poetas, sino que los cantes sean interpretados con un estilo propio, cargado de personalidad, con nuevos giros y tonos, incorporando nuevos instrumentos, poco usuales en el flamenco clásico, como la bandurria, el órgano, el bajo eléctrico, las percusiones o la batería, innovando sobre lo aprendido, renovando el cante, pero sin romper con la tradición.

Años más tarde, se casa con Aurora Carbonell y decide regresar a sus raíces granadinas. Allí nacen y crecen sus hijos. Entrega todo su esfuerzo a su profesión como cantaor flamenco, interesándole esencialmente la creación, al considerar que el flamenco es un arte de dedicación profesional como cualquier otro género artístico. Admira y respeta profundamente a los grandes maestros que conoce y con los que convive en Madrid, en otras ciudades de Andalucía y por supuesto con los de Granada, con los que siempre tuvo familiaridad en sus continuas visitas familiares y de trabajo. Siempre que podía buscaba al maestro Cobitos, de quien se declara gran admirador, por ser un gran representante de la escuela del cante de Granada. De igual manera, siempre está atento a la irrupción de cualquier movimiento cultural o social del momento, y conecta con todo tipo de géneros y disciplinas artísticas, apoyando y colaborando con artistas emergentes, sin otra pretensión que ensanchar los horizontes del arte. Por lo tanto, es muy evidente que como buen andaluz que se considera, pone su actitud, su conducta y su calidad de comportamiento personal ante los demás, el respeto hacia la pluralidad y su mejor consideración hacia la clase trabajadora y a los más desfavorecidos. Todo siempre en una perspectiva de amor por Granada y Andalucía.

Morente desde niño, quiso elegir siempre el camino más difícil: el de la libertad. Un camino que transitó con enorme dignidad, integrando en su arte y en su existencia personal una serie de actitudes necesarias para el hombre de su tiempo. Enrique no hizo oídos sordos al momento político y social de su época, mostrando su profunda sensibilidad actuando en festivales a beneficio de diversas causas sociales justas, especialmente en las que tenían como fin recaudar fondos para paliar la miseria del pueblo de Cuba, el sufrimiento de las mujeres saharauis, y tantas otras colaboraciones altruistas con ONG de todo el mundo, como Amnistía Internacional o Medicus Mundi.

Desde su condición natural de amante del arte, ya pensó en crear un espacio abierto a la cultura, donde poder compartir con otros artistas y con la sociedad en general, charlas, coloquios, conciertos o literatura, al que hubiera deseado llamarla “Casa de la tradición y la traducción”, dado que él siempre entendió el arte como la manera de traducir al público, los caminos transitados por los artistas que le precedieron, considerando dicha traducción como el “motor” de nuevos artistas para engrandecer y superar la tradición.

Enrique Morente, en el año 1985, respondía a la pregunta del admirado periodista gaditano José María Velázquez-Gaztelu, en su programa Nuestro Flamenco de RNE: “¿Hacia dónde camina ahora Enrique Morente?”, con las siguientes palabras textuales: “Quiero estar en este caballo, entre la tradición, la actualidad y el futuro”. Con esta respuesta, podemos observar que nos encontramos ante un artista multidisciplinar, sin límites, versátil, arriesgado, anticonvencional, apasionado por la tradición más auténtica y el arte de vanguardia más rupturista, en definitiva, un genio de esos que aparecen singularmente de siglo en siglo.

MORENTE

Más que un cantaor

Una característica esencial de la personalidad de Enrique Morente es su infinita pasión por el flamenco más clásico, su inmensa afición al cante y su profundo conocimiento y versatilidad para la ejecución de todos y cada uno de los palos y estilos más ancestrales del flamenco. Para Morente es vital el conocimiento de la raíz del cante, la investigación de los orígenes del flamenco, y por supuesto admirar, respetar y rendir tributo a todos los maestros que le precedieron, tanto del cante como del toque y del baile.

Será el recital de Enrique Morente celebrado en 1970 en el Ateneo de Madrid, institución cultural madrileña por excelencia, con Manolo Sanlúcar al toque, el que permita un hecho hasta el momento insólito, como fue el abrazo heterogéneo entre públicos flamencos e intelectuales de la época, otorgando prestigio y reconocimiento a un género musical único en el mundo. Las crónicas que recogieron dicha actuación, también se hacen eco de un recital que ofreció en Bruselas ante cinco mil trabajadores españoles procedentes de Francia, Suiza, y Alemania, con la incorporación en el repertorio de poemas de Miguel Hernández y propios de Morente, sobre la emigración y la plusvalía. El 5 de mayo de 1972, Enrique Morente cantará en la sede de París de la UNESCO, incorporando en su repertorio un fragmento de la obra teatral “Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores” de Federico García Lorca.

Será recurrente desde ese momento encontrar en la obra de Morente, innumerables referencias literarias cantadas por el cantaor granadino, entre las cuales destacamos autores como San Juan de la Cruz, Al Mutámid, Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús, Lope de Vega, Luis de Góngora, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Juan de la Encina, Gustavo Adolfo Bécquer, Manuel Machado, Antonio Machado, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Rafael Albertí, León Felipe, Nicolás Guillén, José Bergamín, José Hierro, Ángel González, Javier Egea, María Zambrano, Walt Whitman, Pedro Garfias o Pablo Picasso, entre otros. De esta forma, Morente incorpora letras de grandes autores de la literatura al flamenco, con un objetivo claro de mejora y apertura de horizontes en la música flamenca, se ha conseguido universalizar más el cante, y como no, y se le ha dotado de una altísima calidad artística en sus letras y en su expresión, y aunque en un principio esta renovación de los textos fuera vista como un riesgo por la afición más purista, hoy en nuestros días, el aficionado al flamenco reconoce una relación natural entre el flamenco y la poesía más culta.

Pero para Morente no existen límites ni fronteras para hacer arte, y su acción creadora se diversifica y se hace cada vez más compleja. La presentación del espectáculo “Andalucía hoy” en el Teatro Olympia de París, la composición de los arreglos musicales para la obra de “Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca”, del profesor y autor teatral granadino José Martín Recuerda, por encargo de Adolfo Marsillach, o su intervención como actor y cantaor en la obra “El mito Edipo rey” en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, son el inicio de un viaje hacia universos que van mucho más allá del flamenco y que conectan con otras dimensiones artísticas. Un universo, donde según nos adentramos, los límites se expanden. Morente nos ha dejado un legado inmenso, lleno de referencias, propuestas, revoluciones, misterios y sorpresas, una obra tan rica y novedosa que trasciende la influencia en sus contemporáneos y le catapulta al futuro de la creación con consecuencias sonoras, estéticas y éticas magistrales.

Enrique Morente es uno de los grandes cantaores flamencos de todos los tiempos, y no se limitó a ser intérprete, fue sobre todo creador, compositor, artista. Morente dibuja la historia del cante tal como la vivió, caminando libre sobre un mosaico de culturas, raíces y tradiciones diversas y contradictorias. Nos regala un viaje que va desde Pepe el de la Matrona hasta Picasso, y sobre todo un mensaje revelador que comprendió desde muy joven; en el arte, como en la vida, todo está mezclado y “que unas cosas, te llevan a otras”.

La Fundación Enrique Morente encuentra aquí su razón existencial, y por ello quiere ser una realidad de visión multidisciplinar en torno a la creación morentiana, donde arte plástico, fotografía, escena, proyecciones, música, palabra y poesía se unan con la intención de reflexionar y disfrutar de su legado.

El Legado de Enrique Morente en la Memoria Colectiva
El Legado de Enrique Morente en la Memoria Colectiva

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El Genio

El cantaor Enrique Morente es una de las personalidades más importantes de la cultura, por su enorme contribución a dignificar el arte flamenco, una de las grandes señas de identidad de la cultura española. Inquietud, respeto, sabiduría e innovación son conceptos que caben en la personalidad y obra de Enrique Morente. Su conocimiento de la tradición del cante, su profesionalidad intachable y su vanguardismo indiscutible, con un oído privilegiado, sus ganas de seguir aprendiendo de los grandes maestros y una inquietud artística fuera de lo común le han convertido en uno de los máximos exponentes del flamenco y un capítulo esencial en la historia universal de la música, y así lo reconocen multitud de artistas, amigos y compañeros:

Enrique Morente es considerado como el principal innovador de la música flamenca. La ha fusionado con el jazz, el folk o el rock ́n ́roll. Sí, es un investigador, pero desde el centro de su propia tradición.

Leonard Cohen

Cantautor, poeta y novelista canadiense

De Enrique hemos aprendido todos, y es difícil encontrar alguien de la cultura de este país, ya se dedique al cine, a la novela, a la poesía o a la música, que no haya tenido a Enrique como a uno de sus grandes maestros.

Luis García Montero

Poeta, crítico literario y ensayista español

Yo era muy amigo de Enrique Morente, era mi compadre y, de hecho, participé en su disco Misa flamenca y soy el padrino de Estrella. Porque Enrique era un hombre que siempre estaba muy interesado por todo, que buscaba incesantemente y, por eso mismo, también era muy aficionado a la poesía.

Juan Diego

Actor

Enrique Morente es uno de los grandísimos maestros del flamenco, es uno de los amigos que yo siempre quisiera tener. Es el árbol de la buena sombra, un inagotable donante de amor, de justicia y de arte.

Vicente Amigo

Guitarrista flamenco

Enrique Morente es, ante todo, un gran maestro del cante clásico y por supuesto ha destacado por su creatividad, por su innovación, ha abierto muchos caminos a la gente del flamenco y ha sido una persona muy libre, que nos ha enseñado a hacer cosas nuevas.

Carmen Linares

Cantaora

Los tres días que pasé junto a Morente rodando la escena del documental “Morente sueña la Alhambra”, fueron de los más fascinantes que he vivido nunca. Para mí el jazz y el flamenco, tienen algo en común y es que son músicas que demandan de quienes las interpretan una cierta honestidad”.

Pat Metheny

Guitarrista de jazz

Omega es un disco que inventa un sonido y no se parece a nada.

Fernando Trueba

Director de cine, guionista y productor español

En todos los discos de los últimos 20 años hay un poquito de Enrique Morente, me da igual el género, me da igual la forma, me da igual el estilo; es omnipresente.

Antonio Orozco

Cantante y compositor

Enrique Morente es un pilar fundamental en la historia del flamenco. Enrique se sitúa con toda la responsabilidad recogiendo toda la tradición del cante y además aportándole su capacidad musical y artística

Manolo Sanlúcar

Guitarrista flamenco y compositor

Morente es un genio puesto que desde que apareció en el flamenco, sus maneras cantaoras no han podido obviarse.

José Manuel Gamboa

Periodista, escritor y productor musical

Este artista, de una envergadura excepcional, ha sabido dar una base metafísica al flamenco, con toda modestia, con toda humildad, casi a pesar suyo, se podría decir: como quien no quiere la cosa.

Catherine Peillon

Científica

Yo esperaba al tono, pero él continuaba… y llegaba al tono… Era una cosa de mucha confianza y mucha seguridad en el mismo, porque era un tío genial…. Un genio.

Pepe Habichuela

Guitarrista flamenco

Ver a grabar a Morente las voces y ver cómo trataba los textos era sencillamente fascinante.

Antonio Arias

Músico

Me atrevo a decir que los flamencos cantan mejor que los cantantes de ópera, porque se entregan más. No es cuestión de chorro de voz, sino de gusto, y eso los flamencos lo hacen como nadie, y Enrique Morente, más que nadie.

Alfredo Kraus

Tenor

El registro tonal de Enrique es amplísimo. Siempre trata de improvisar y no hace ningún concierto igual al anterior.

Armín Janssen-Robledo

Compositor

Enrique es un cantaor de cantaores.

Juan Habichuela

Guitarrista flamenco

Un grito de Enrique Morente puede ser a la vez instantáneo e interminable: y ello es porque no canta únicamente apoyando los pies en el cimiento del dolor, sino también arañando con las manos en las paredes de la sabiduría.

Félix Grande

Poeta y flamencólogo

Solo un artista como Enrique Morente, que lo sabe casi todo sobre los cantes clásicos y lo puede decir con una voz antigua de viejo maestro, podía embarcarse en la aventura de buscar y encontrar nuevos caminos para el cante jondo, sin perderse en el bosque de la confusión, o en los arenales de la esterilidad.

José G. Ladrón de Guevara

Escritor

Enrique Morente se fue construyendo como cantaor, con unos riesgos acojonantes, como yo no he visto a nadie.

Miguel Rios

Cantante

En Zambra empezó, a mi juicio, la bonita historia de un hombre tímido y luminoso al mismo tiempo, que canta como los ángeles. O mejor, porque no sé yo si los ángeles serían capaces de cantar con tanta filigrana, no fuera a ocurrir que el altísimo se encelara al escucharlos.

Adolfo Marsillach

Actor y guionista

Morente hace un cante futurista, intentando marcar la línea de lo que puede ser el flamenco de mañana. Puede ser así o no ser, pero al menos trabaja con honestidad.

Antonio Mairena

Cantaor

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